martes, 22 de junio de 2010

Sudáfrica: En Polokwane

Un milagro se produjo en la víspera del partido de Argentina-Grecia: Hans, un alemán del Partido Verde alquiló un auto e invitó a Giorgio Mamani, el último futbolista combativo.

Así que partieron hacia Polokwane, el norte de Sudáfrica, para ver el “clásico de las crisis financieras”.

Desde la ventanilla del auto, Mamani conoció la magnetismo que ejercen los atardeceres sobre las sabanas africanas. Aunque duran sólo un instante, el tiempo parece detenerse mientras esa tierra salvaje se tiñe de luces naranjas y sombras violáceas.

Ante tal espectáculo, agradeció a Inti, el dios sol. Sin creer en los horóscopos como Domenech, Mamani, como buen quechua, depende también de los astros. Y no se le pasó por alto que, ayer, era solsticio de invierno: el día más corto del año en el hemisferio sur y, por ende, también la noche más larga.

“La fiesta del Inti Raymi marcan los tiempos de siembra y cosecha, en el cual le rogamos a la Pachamama y al Sol para que la tierra sea fértil y nada nos falte”, le explicó Mamani a Hans, el alemán. Al principio, sus comentarios le parecieron verdaderamente pintorescos y simpáticos pero, luego, comenzó a verlos como una clara apología de las supercherías.

“También es un tiempo de esperanza porque la tierra entra en un nuevo ciclo de vida”, acotó Mamani ante la cara pálida del militante del Partido Verde. El muchacho, oriundo de Sajonia, no podía creer lo que escuchaba. Furioso y enajenado, mientras manejaba, intentaba catequizarlo recitando en su parco español la tesis de Ludwig Andreas Feuerbach sobre el humanismo ateo.

Finalmente, llegaron a Polokwane. Mamani encontró a la ciudad muy parecida a su Salta natal. “La tierra es pedregosa, amarillenta, y uno se encuentra ranchos llenos de cabritos”, comentó antes de observar que ambos lugares se encuentran casi a la misma altura del trópico de Capricornio.

Como si faltaran coincidencias, Mamani descubrió que en este pueblo africanos hay una animosidad muy grande contra los ingleses. “Acá los piratas montaron los primeros campos de concentración, dijo Mamani antes de recordar que se cumplen 25 de los goles de Diego a los ingleses.

“Date cuenta, Alemán, todo esto son señales de buenos augurios para nosotros: ustedes están fritos”, le enrostró al muchacho de Sajonia que, lejos de admitir las evidencias cosmológicas presentadas Mamani, prefería confiar en un mundo cartesiano, regido por la diosa razón.




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