viernes, 11 de junio de 2010

Día 4: Mamani y Cuauhtémoc

Nos gustaría contar que Giorgio Mamani disfrutó del partido inaugural. Pero el encuentro entre Sudáfrica y México le pareció más pesado que las Chibuku.

En el entretiempo: se fue a comprar un refresco y entabló amistad con Teko, un cocacolero que había sido integrante de la gloriosa hinchada del Ria Stars, un equipo de la ciudad sudafricana de Polokwane, que desapareció entre las neblinas de los negociados: incluso, hay quienes hablan de una extraña "venta", un caso de magnitud similar al de Papel Prensa en Argentina. Esta historia lo sensibilizó y conmovió mucho más que lo desempeñado por los jugadores en todo el primer tiempo.

El cocacolero lo llevó hasta la sala de prensa. Allí, terminó de ver el partido, disfrutando del aire acondicionado y de los sandwich del servicio de lunch.

Mamani pensaba pasar desapercibido, entre los corresponsales de todo el mundo, ajeno a los menesteres deportivos. Sin embargo, cuando el DT de México, Javier Aguirre, estaba contestando una pregunta del periodista de Marca sobre el injustificable cambio de Javier "Chicharito" Hernández por Cuauhtémoc Blanco, desde el fondo del salón, se escuchó un vozarrón:

"Cuauhtémoc Blanco no es simplemente un jugador veterano, es más bien, alguien que oscurece el juego de la juvenil y talentosa selección mexicana: Cauhtemoc Blanco está insertado en la selección por mandato de las corporaciones que lo tienen como personaje de sus publicidades, no por sus habilidades deportivas ya casi inexistentes. ¡Admítalo, Señor Aguirre!".

Los jugadores mexicanos presentes sonreían con complicidad, casi asintiendo, aliviados.

Obiamente, la voz era de Giorgio Mamani. Con su particular estilo, denunciaba que la teórica "veteranía" que supuestamente Cuahutémoc venía a "aportar", en realidad escondía un negocio propio del fútbol mexicano, absolutamente viciado por la tercerizacion laboral, la transnacionalizacion, la compra y venta de marcas y la fetichizacion de los ídolos.

En definitiva, Giorgio estaba declarándole la guerra al neoliberalismo mexicano.

Aguirre reaccionó con su habitual estilo agresivo alegando que él era incorruptible. "No permitiré que un ultraizquierdista, olvidado de toda narración, pudiera acusarme de algo", declaró antes de levantarse y abandonar la sala de prensa antes de tener que hacer públicos sus compromisos con la administración del espurio Felipe Calderón.

La frase revelaba un conocimiento previo que volvía todo más incierto.
Seguramente, el DT -enrolado en la "izquierda all inclusive"- recordaba que Mamani había desempeñado un activo y combativo rol en el Mundial 86.

Mientras reinaba la confusión, Giorgio logró escabullirse gracias a la asistencia de su amigo cocacolero. Ya a salvo, Mamani le prometió a Teko que si logra visitar Polokwane, investigaría sobre la enigmática desaparición del Ria Stars. Y él, por su parte, le agradeció por su compromiso con el Futbol del Tercer Mundo y el Anti-Mundial, organizado por el movimiento globalifóbico.

A pie regresó al Soweto, donde se enteró de la peor noticia: la muerte de la biznieta de Mandela en un accidente de tránsito. Hasta el mandelismo disidente decidió suspender las disputas políticas y acompañar al líder.

En este contexto, Giorgio Mamani, el último futbolista combativo, esperará a la selección argentina y a su admirador: Diego Maradona.




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