Dos días estuvo sin aparecer por el Anti-Mundial: porque Giorgio Mamani, el último futbolista combativo, se fue de juerga con Nicolás Anelka, el delantero recientemente expulsado de la selección francesa.
“Si, si, Nico insultó al técnico Domenech, pero por otros motivos que los medios se empecinan en ocultar”, anticipó Mamani al llegar a Soweto oliendo a cerveza Chibuku Shake Shake antes de comenzar a narrar las verdaderas razones que provocaron la expulsión del goleador.
La prensa suele remarca que Anelka “nunca fue el más dicharachero sino más bien un tipo taciturno, malhumorado y de aspecto inquietante”. Pero desconocen que él es hijo de dos militantes independentistas de Martinica y sobrino nieto del martinico más famoso: Franz Fanon, autor de “Los condenados de la tierra”. “Nico tiene el mismo espíritu rebelde e incansable que sus padres” sugirió elípticamente el inventor del “futbol de guerrillas”.
El problema en la escuadra gala surgió cuando: el director técnico, Raymond Domenech, recibió un llamado de Nicolas Sarkozy. El presidente se quejó por los excesivos gastos de la delegación en Sudáfrica, especialmente, en el precio suntuosas habitaciones que superan los mil euros diarios. De esa forma, exigió que se redujera el presupuesto en sintonía con el severo plan de ajuste lanzado días atrás en Francia.
Con el visto bueno de los astros, Domenech se disponía a aplicar una reducción presupuestaria.
Pero Anelka se me paró ante los 23 jugadores y planteó que ese no era el camino acertado. “Es un plan errado que nos llevaré a otro desastre”, argumentó Anelka y con el mismo tono propuso: “Impulsar medidas anticíclicas como hizo Cristina en Argentina”.
Entonces, el técnico amenazó con hacer rodar las cabezas de todo aquel que se oponga al recorte presupuestario.
“Usted es otro de los exiliados españoles antifranquistas que, cuando llegan al poder, se comporta como un dictador", le enrrostró Anelka.
“Siempre los planes de ajuste cierran con represión”, continúo denunciando, rabioso y exaltado, Anelka, sin guardarse nada, tal como lo dijera alguna vez su admirado Fanon: cuando la ira estalla, se recupera su transparencia perdida.
Con esa impronta, el martinico siguió insultando al director técnico.
La violencia del colonizado fue respondida con la violencia del colonizador: Domenech eliminó a Anelka del plantel sin comprender que, al eliminarlo, se eliminaba a si mismo: y ahora enfrenta una huelga en su plantel comparable a la que se realizará en las próximas semanas en Francia.
Todo esto le contó Anelka a Mamani, entre copa y copa. Y el quechua no tuvo más que palabras de aliento para este representante de la auténtica resistencia gala.
Del mismo modo, Mamani le contó que, en 1978, fue removido del seleccionado argentino por una intriga tejida entre Menotti, entrenador vinculado al PC, y las altas esferas del Kremlin y la Casa Rosada.
Esa dura experiencia quedó plasmada en “el Libro Negro de Mamani”, manual doctrinario donde se exponen los conceptos básicos del “Futbol de Guerrillas”.
Más precisamente, Mamani le recomendó leer el capítulo dedicado a los entrenadores conservadores, donde describe, con su incendiara prosa, las técnicas para encerrar a los DT mezquinos en un “vestuario del pueblo” hasta que se sacien las exigencias populares de gol y los dirigentes repartan pelotas en los barrios pobres.
“Es la única forma que este sistema le devuelva la felicidad al pueblo”, esboza el futbolista quechua mientras prepara se prepara para vivir en solsticio de invierno y rendir culto al dios Sol.
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