martes, 8 de junio de 2010

Día 2: Mamani, desde Soweto


Recibimos el primer llamado telefónico de nuestro amigo: Giorgio Mamani, el último futbolista combativo, ya llegó a Sudáfrica para participar del Anti-Mundial.

Si bien no pudo darnos detalles sobre su itinerario clandestino, sólo atinó a informarnos que está alojado en un comedor popular, gestionado por el mandelismo disidente, en el tristemente célebre barrio Soweto, la trastienda de la opulenta Johannesburgo, "la cabeza de goliat" de esta semi-colonia surafricana.

Ubicado a 25 kms de Johanesburgo, el Soweto integra aquella Liga de la Miseria que podríamos denominar como "el conurbano global" y está íntimamente emparentado con la Caba, el barrio El Petare y la Roshina.

El barrio nació: ante la acelerada llegada de migrantes internos, desde las poblaciones rurales, ocurrida tras el fin de la II Guerra Mundial, con la inicipiente industrialización de Johannesburgo, el corazón económico del país.

El repentino crecimiento de los patasucias asustó a la población blanca cuya máxima pesadilla era compartida, por entonces, por otras oligarquías del hemisferio sur: la creación de "autogobierno negro". Por eso, a partir 1948 se establecieron límites para al asentamiento y las primeras normativas que terminarían por configurar el sistema del apartheid.

Actualmente, malviven 4 millones de personas (negras, por si faltaba aclararlo).

Sin embargo, desde siempre, el Soweto ha sido un espacio de resistencia política y cultural: por eso, hoy no debe extrañarnos que sus vecinos se hayan preocupado en recibir a Giorgio Mamani, el último futbolista combativo, en las vísperas del inicio del Anti-Mundial.

"Comprendo lo que han sufrido ustedes con la discriminación: yo sufrí la discriminación de manera triple: por ser negro, por ser quechua y por peronista", declaró Giorgio Mamani al llegar a su refugio clandestino ante el Comité de Bienvenida.

Eso si. Los mandelistas (por más disidentes que sean) le presentaron un documento donde se establecía claramente que:

1) No iban a permitir que, en su estadía en estas tierras, se autoproclamara como "negro" por una cuestión de comparación cromática y 2) No iban a permitir que confundiera el nombre del aeropuerto local, Oliver Tambo, con el vocablo quechua ni con el tema de la lechería. Pues es un homenaje a un viejo militante que luchó contra el Aparheid.

Obviamente, Mamani entró en razón y aceptó ambos puntos. En las próximas horas participará de un homenaje a ese destacado activista del Frente Democrático de Liberación que, en 1967, fue nombrado presidente del Congreso Nacional Africano.

En los próximos días, seguiremos informando sobre la participación de Mamani en la celebración del Anti-Mundial.


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